Los malditos alucinados escarbando en fobias y pesadillas
Desde H.P. Lovecraft hasta Edgar Allan Poe en las letras o Henry Fuseli o Goya en la pintura, son catalogados como los impulsores del género del terror, muchos de ellos lo fueron quizá a causa de sus propias pesadillas o alucinaciones.
Fantasmas, demonios y otros seres fantásticos están presentes en la literatura desde sus orígenes. En algunas baladas medievales se habla de los fantasmas como si su existencia fuera un hecho demostrado: son igual de reales que los seres humanos a quienes hechizan. Los espíritus que regresan de la tumba para exigir venganza en el teatro renacentista, como el padre de Hamlet en la obra de Shakespeare, resultan aterradores sólo porque introducen un matiz de duda y despierta el miedo que produce lo no conocido. Pero más allá del esquisto relato de algunos escritores muchos otros, quizás los principales, impulsores del terror han desarrollado ese don por traumas, alucinaciones en su infancia y su vida o simplemente quizás lo hayan imaginado en sus más oscuros sueños.
Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870), el poeta español por excelencia quedo huérfano y vivió en la pobreza, fracaso en su matrimonio, la tuberculosis y una enfermedad venérea lo llevaron a la muerte. Escribió, en pleno auge del romanticismo, sus rimas y leyendas con elementos de horror y lo grotesco hábilmente explotado en sus relatos como el mismo escribe: Por los tenebrosos rincones de mi cerebro, acurrucados y desnudos, duermen los extravagantes hijos de mi silencioso tumulto, buscan en tropel por donde salir a la palabra para poderse presentar después en la escena del mundo. Amor, miseria, monstruos, engendros salidos del mismo infierno y almas suplicantes convertidas en rima rondan en las letras de Bécquer.
Edgar Allan Poe (1809-1849). Hijo de cómicos ambulantes que murieron siendo él niño, fue recluido en un internado en Inglaterra a los seis años. Su temprana afición al alcohol y otras drogas, le valió el repudio de su tutor, a su vuelta a Estados Unidos, y tuvo que buscarse penosamente la vida, lastrado por sus vicios. El autor de El gato negro, Los crímenes de la Rue Morgue, El hundimiento de la Casa Usher o El escarabajo de oro murió hecho un vagabundo a los 40 años, en medio de terribles delirios, tras ser encontrado tirado en una calle.
La vida de H. P. Lovecraft (Providence, Estados Unidos, 1890-1937) tiene tintes aún más densamente oscuros. Niño enfermizo y melancólico, sufrió la demencia de un padre sifilítico y la de una madre obsesivamente protectora. Lovecraft, que siempre sufrió de terribles pesadillas, se dedicó pronto a la literatura macabra y al oscurantismo. Odiaba el día. Vivía de noche. Se rodeó de un círculo de escritores con las mismas aficiones, que colaboraron en algunos de sus libros. Es autor de Los mitos de Cthulhu, En las montañas de la locura o El que acecha en la oscuridad. Murió pobre y en el anonimato a los 47 años. Escribió sobre sus fobias y complejos. Así, su aversión al pescado, le llevó a imaginar una serie de abominaciones procedentes del mar; su racismo, a las monstruosidades surgidas del apareamiento de los humanos con ellas; y las pesadillas, que invariablemente poblaron sus sueños, a la creación de un universo onírico que supera a las visiones producidas por la ingestión de alucinógenos. Gracias a esa aversión al pescado llego a crear a la criatura Cthulhu "un monstruo de perfil vagamente antropomórfico, pero con una cabeza semejante a la de un pulpo cuya cara fuera una masa de tentáculos; un cuerpo con escamas de aspecto gomoso; tremendas garras en las extremidades delanteras y traseras, y alas largas y estrechas detrás".
Henry Fuseli (1741-1825), pintor Suizo cuyas pinturas llenas de imaginación donde se exalta el melodrama, la fantasía y el horror. Su fama se asienta en sus pinturas de imaginativa fantasía, que abunda en apariciones, posturas extrañas y morbosos efectos nocturnos. Una de las más célebres es La pesadilla (imagen superior), en la que se ve a una joven sensualmente ataviada, acostada sobre su lecho y en medio de una pesadilla habitada por horribles apariciones: un gnomo, un demonio y la cabeza de un caballo con ojos incandescentes. Ejerció una fuerte influencia en la obra de los artistas románticos, en especial en la del poeta y pintor inglés William Blake (1757-1827), el poeta y pintor ingles, proclamó la supremacía de la imaginación sobre la razón, y fueron precisamente sus visiones, a menudo místicas e infernales, las que lo llevaron al borde de la locura.
Las visiones del suizo-británico Johann Heinrich Füssli (1742-1825) eran menos puritanas. Este pintor fue capaz de fundir miedo y erotismo, en imágenes que siguen despertando fantasmagorías. Los arrebatos místicos también surgieron en la mente de Odilon Redon (1840-1916) desde muy joven. Los primeros quince años de su carrera usó sólo el blanco y negro en obras alucinadas y misteriosas.
Pero quizá uno de los más impresionantes pintores oscuros sea Francisco de Goya (1746-1828). No sólo sus pinturas negras, sino sus series de grabados, como los Desastres de la guerra, y una pintura, Saturno devorando a sus hijos (imagen inferior), hablan del sufrimiento de un hombre que supo atrapar sus peores sueños y convertirlos en obras de arte.
Artistas que sintieron en carne propia el terror que llego en sus alucinaciones y pesadillas, convirtiéndolas en obras de arte.
Lea además:
Elpais.es: La estética del miedo.
Elmundo.es: Malditos, heterodoxos y alucinados.
Rocko weblog: Proverbios del infierno (William Blake).
Rocko weblog: Calvin, Hobbes & el joven Lovecraft: Terror e imaginación.
18 comentarios
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