Nietzsche, Morrison y la Música
«Sin la música la vida sería un error»
El ocaso de los ídolos - Friedrich Nietzsche
«Cuando la música acabe (…) Cancelen mi suscripción a la resurrección»
When the music’s over – The Doors - Jim Morrison
El verdadero mundo es la música. Así lo entendió Nietzsche, para quien la música lo era todo. "Todo lo que no se deja aprender a través de las relaciones musicales engendra en mí hastío y nausea". –Carta a Rhode del 21 de diciembre de 1871-. Nietzsche quiso hacer música con el lenguaje, con los conceptos. Durante algún tiempo su ídolo fue Wagner, Los maestros cantores, le hicieron entrar en un "sentimiento de arrobamiento". Las largas horas al piano, el piano que lo "salvo" en un prostíbulo, todo lo anterior dan muestras que entre los "grados de placer" la música para Nietzsche es el más alto.
La declaración de amor a la música, que Nietzsche ha repetido en sus cartas a Peter Gast y a Georg Brandes, no se limita a una pasión personal. Nietzsche no es dado a los elogios. Él ha comparado a menudo la música con Circe por su poder equívoco: La música es un hechizo, (Carmen), ella embruja, pero también pervierte y absorbe completamente a sus auditores. «Cave musicam!» -¡Cuidado con la música!- (Humano, demasiado humano. Prefacio, § 3). De una forma bastante ambigua, Nietzsche ha escrito también que "es un prejuicio corriente en los filósofos creer que toda música viene de las Sirenas". (La Gaya scienza, § 372). Lo que es seguro, es que a la declaración citada en el epígrafe, Nietzsche le confiere innegablemente un alcance metafísico. El apotegma vuelve a colocarse a nivel de las intenciones del Creador: la vida deseada por Dios para los hombres no tendría sentido si faltara la música, la Creación estaría perdida si el mundo no incluyera la música. He aquí pues una suerte de Gloria in excelsis bajo la pluma del ateo Nietzsche, dirigido no a Dios, sino al mundo y a la vida. Sin música, la vida sería un error, así como, sin el Amor, la gracia y el Poder absoluto, Dios no sería Dios, sería un concepto fallido, una especie de diablo cojo.
Dios ha muerto. La vida es pues la única realidad. Y Nietzsche llama amor fati, afirmación, esta aprobación de la vida y de la realidad en todos sus aspectos, trágicos, fisiológicos, sensibles, afectivos, este «Fasagen» (dire-oui) «decir-sí» al mundo y a la vida, que las problemáticas metafísicas clásicas llamaban «Teodicea» (justificación de Dios). En este sentido, se podría atrever a decir que, para Nietzsche, la música es la justificación del mundo y de la vida, el «principio de razón suficiente», mejor aún, para hablar como Leibnitz, el «principio de lo mejor».
Así lo entendió también Jim Morrison, seguidor de Nietzsche y su filosofía, quien en su When the music’s over (Cuando la música se acabe) del álbum Strange Days (1967) hace un poema declarando su amor a la música, amor que prefiere la muerte antes de dejar de interactuar con ella «Cuando la música acabe (…) Cancelen mi suscripción a la resurrección». Si Nietzsche quiso hacer música con el lenguaje, Morrison lo quiso hacer con el teatro y el poema. Para Morrison también la música es un hechizo que embruja pero él incita a seguirla hasta el final “bailando sobre el fuego” si es que ella no los pide (curiosa metáfora) y en su imaginaria no concibe el mundo sin música “¿Qué le han hecho a la tierra? / ¿Qué le han hecho a nuestra hermosa hermana? / Devastada, saqueada, violada y golpeada / Le perforaron con cuchillos en el costado del amanecer”, al no encontrar justificación de un mundo y una vida sin música.
Pero si para Nietzsche “Dios ha muerto” (*), para Morrison el hijo de Dios –Jesús- cobra gran importancia en su grito-oración rogando devolverle la música al mundo “¡Sálvanos! / ¡Jesús! / ¡Sálvanos!”. Dios es necesario, para Jim Morrison, como lo fue para Marx en su lecho de muerte.
"Y me planteo la pregunta: ¿Qué quiere pues, de la música mi cuerpo entero? Pues no es del alma... creó que su aligeramiento; como si todas las funciones animales debieran ser aceleradas mediante ritmos ligeros, audaces, turbulentos; como si el bronce y el plomo de la vida debieran olvidar su pesantez gracias al oro, la ternura y la untuosidad de las melodías. Mi melancolía quiere descansar en los escondites y los abismos de la perfección: he aquí por qué necesito de la música". Friedrich Nietzsche, Gaya scienza (§368).
"Mientras existan hombres, recordaran palabras y combinaciones de palabras. Solamente poesía y música permanecerán". Jim Morrison.
La música es necesaria, sin la música la vida seria un error y si ella no existiera será mejor cancelar la suscripción a la resurrección.
(*) Para Nietzsche Jesucristo también toma gran valor, no como divinidad, es quizás un ejemplo de su superhombre imaginado, un filósofo comparable con Sócrates.
Lea También, los inspirados:
Nietzsche, Wagner y la Música. / Nietzsche y la música. / Música Nietzsche (audio).
Un poema de Jim Douglas Morrison. / The Doors: When the music’s over.
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