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Ficciones del demonio

Ficciones del demonio

"Si un hombre se imagina una cosa, otro la tornará en realidad." (Julio Verne)

Natascha Kampusch es la joven que a sus 10 años fue secuestrada por Wolfgang Priklopil. Con 8 años secuestrada hace algunas semanas Natascha logro escapar de su captor y hace un par de días dio una entrevista a los medios para contar lo que vivió durante 8 sus años de secuestro. La noticia recorrió todo el mundo junto con la noticia del suicidio de su captor, horas después de la fuga de Natascha.

Pero si todo esto no fuera por demás extraño, la policía austriaca busca indicios sobre el secuestro en una novela, “The Collector”, que pudo haber servido como inspiración a Wolfgang Priklopil para secuestrar a la niña Natascha. Quizás no sea coincidencia ya que muchas novelas, películas y juegos de video han servido para crear los crímenes mas inverosímiles, basta recordar la masacre en la escuela de Columbine en 1999 donde 2 jóvenes y un arsenal de armas llevaron la fantasía del juego de video Doom a una sangrienta realidad. “Será como los disturbios de Los Ángeles, como el atentado de Oklahoma, como la Segunda Guerra Mundial y Vietnam, como Duke y Doom todo mezclado... Quiero dejar mi huella en el mundo.”.

Hilo invisible que nos separa de la realidad y la ficción la que a veces se rompe, parabién o para mal.

FICCIONES DEL DEMONIO
Gustavo Faverón P.

Cada cierto tiempo uno escucha algo como esto. Pasó con Natural Born Killers, cuando algunos chiflados cometieron crímenes imitando los de la película.

Ocurrió con The Matrix, que, según se dijo, fue inspiración parcial de los muchachos idiotas que asesinaron a un puñado de compañeros suyos en un High School en Columbine, Colorado.

Años antes, un fiscal norteamericano le echó la culpa parcial de las barbaridades de Charles Manson a una canción de Paul McCartney, Helter Skelter (video), y a otro puñado de cosas de los Beatles.

Y también los Beatles tienen que ver con otra, más célebre, historia de estas: Mark Chapman, el asesino de John Lennon, y su descabellada interpretación de The Catcher in the Rye de Salinger, que fue uno de los factores que lo condujo a matar al Beatle.

Ahora dicen que detrás de la historia inverosímil y compleja de Natascha Kampusch hubo también una ficción inspiradora para el delincuente: la novela The Collector, que el británico John Fowles publicó en 1963.

The Collector (que parece una mezcla del "Wakefield" de Hawthorne, El silencio de los inocentes y Misery, la novela de Stephen King) cuenta la historia de un solitario que, desde la ventana de su casa, observa cotidianamente las entradas y las salidas de su joven vecina de enfrente, hasta que decide un día secuestrarla, y lo hace, y la encierra en el sótano de su casa.

En la novela, la historia es contada primero desde el punto de vista del secuestrador y luego desde los ojos de la víctima, hasta que esta muere y la voz regresa donde el pepetrador del delito. El desenlace, afortunadamente, ha sido distinto en la realidad: la chica ha huido y su secuestrador ha terminado suicidándose.

Es curiosa el aura negativa (o, en el otro extremo, el aura de culto) que adquieren algunas veces las obras de ficción cuando se convierten en detonantes de una de estas desgracias. La gente parece sorprenderse de que el arte, y muchas veces, el arte de gran calidad, ejerza un poder real sobre la mente de psicópatas, asesinos, delincuentes consuetudinarios y corruptos, etc.

Como si en verdad el disfrute, el placer o la atracción estética o intelectual estuvieran reservadas a unos cuantos justos. Como si Hitler no hubiera sido un acuarelista amante de sus mascotas y Vallejo un abortista despiadado.

El problema, pongámoslo de este modo, es que el arte es siempre capaz de rescatar, despertar, remover, atizar o echar a andar aquello que tengamos en nosotros de extraordinario, sea extraordinariamente bueno o malo. Y las mismas ficciones que a algunos de nosotros nos son suficientes para ventilar nuestros lados oscuros y dejarlos expandirse un rato sin dañar a nadie --salvo, acaso, a nosotros mismos--, para otros son pasajes de salida y de regreso a una realidad más torva y cruel, más negativa y criminal.

Porque la literatura y el cine, entre otras, son formas de locura controlada, y siempre, como con cualquier simulacro, se corre con ellas el riesgo de olvidar la distancia entre los hechos de su mundo y los hechos de la realidad.

Lea También:
Preparativos de la masacre (Pagina/12).
Ficciones del demonio (Puente Aéreo, blog de Gustavo Faverón Patriau).

1 comentario

Pablo Caballero -

Vallejo abortista? eso es nuevo para mí. Podrías decirme dónde hallar más sobre eso? hablamos del mismo Vallejo?Mil gracias.