Pirates of the Caribbean: Dead Man's Chest y otros Corsarios
“Que es mi barco mi tesoro, / que es mi dios la libertad, / mi ley, la fuerza y el viento, / mi única patria, la mar.” (Canción del pirata, José de Esponceda)
"De Ilion llevóme al país de los cicones, en Imaro. Entré a saquear en la ciudad y maté a sus moradores. Repartimos las mujeres y el cuantioso botín equitativamente, sin que nadie se quedara sin su parte". (La Odisea, novena rapsodia)
El mar llama, el deseo de internarse hacia la libertad guiados por el viento, guiados por una brújula que no marca el norte, en busca de tesoros escondidos, del tesoro-rescate que Atahuallpa dio a Francisco Pizarro y que nunca llego a destino, de los tesoros de Roma y los Vikingos.
Muchos hemos vivido esas aventuras, esos viajes a mar abierto gracias a las aventuras clásicas de Piratas y Corsarios, de la mano de La Dragontea, La Isla del Tesoro, el Corsario Negro y dirigidos por el Capitán Nemo, Sinbad, Ahab, Robinson Crusoe, Lechuck, Hook o el simplemente llamado Ismael hemos ido a los mas lejanos confines del mundo, a las profundidades mas inimaginadas luchando con monstruos épicos, calamares gigantes, barcos fantasmas, buscando venganza y romper maldiciones.
Todas esas historias, la mayoría quizás, solo son formas de cultivar la nostalgia. Los autores pudieron comenzar a modelar y recrear los personajes a su arbitrio, dejando de lado el alma despiadada de los piratas, atribuyéndoles una ferocidad o un espíritu caballeresco más acorde con las necesidades del texto que con la realidad histórica. De hecho, el ennoblecimiento de esta variante marítima del latrocinio facilitaba la identificación del lector con el pirata, operación de éxito casi imposible si el autor se atenía a la historia.
Este giro también tuvo sus aspectos políticos: los autores anglosajones (y luego el cine de Hollywood) se esforzaron por revestir de nobles ideales una actividad cuyo motor siempre fue la mera codicia. Y es que Inglaterra simplemente le debía demasiado a sus lobos de mar. Así surgió el estereotipo del caballeresco pirata inglés que combate por la libertad, contrapuesto al del cruel gobernador español, casi siempre el padre de la única española bonita. Que, obviamente, se derrite por el filibustero.
"Pirates of the Caribbean: Dead Man’s Chest”
Y llego "Pirates of the Caribbean” al mando del Capitán Jack Sparrow (Johnny Depp) ese pirata con todas las letras: embustero, mentiroso y egoísta. Y llegaron sus cómplices Will Turner (Orlando Bloom) y Elizabeth Swann (Keira Knightley). Y llegaron las maldiciones, los monstruos míticos, las batallas marítimas de grandes barcos, llego gracias a dios una historia para muchos que crecimos leyendo historias de piratas.
La película es aprovechable, me sorprendería que simplemente sea una trilogía. Hablar de piratas es inacabable, remontarnos a esas épocas abre horizontes infinitos. "Pirates of the Caribbean: Dead Man’s Chest”, una muestra clara de ello, donde seres mitológicos aparecen en escena.
Un final que me recordó irremediablemente a Starwars – Episodio 5: El imperio contraataca, un duelo de tres espadas que me recuerda a Starwars – Episodio 1: La amenaza fantasma, La batalla entre el Holandés Errante y El Perla Negra que me recordó los cruceros de batalla del Episodio 3: La venganza de los Sith. No quiero pecar de fanático de Starwars, mucho menos de las muchas historias de piratas, corsarios, filibusteros o de tesoros, seres mitológicos e históricos y de monstruos marinos pero le tengo mucha fe a esta saga de Piratas del Caribe, la segunda parte me ha dejado una buena impresión, he encontrado un villano perfecto (Davy Jones) con la tripulación villana perfecta y con un arma mortal poderosa en los 7 mares. Un aprendiz de pirata, buscando liberar a su padre de la maldición, que espero se vuelva héroe (Will Turner). Un maestro a las malas (Jack Sparrow), una dama heroína hecha capitana pirata como Anne Bonney (Elizabeth Swann).
Hay que imaginar y revolver los libros, revolver los recuerdos y las banderas de piratas pintadas a mano colgadas en bañadores y buscar tesoros con mapas inventados… mientras tanto el fragmento del poema de Robert Louis Stevenson en el prefacio de “La Isla del Tesoro”:
"Si los cuentos que narran los marinos / hablando de temporales y aventuras, de sus amores y su odios / de barcos, islas, perdidos Robinsones / y bucaneros y enterrados tesoros / y todas las viejas historias, contadas una vez más / de la misma forma que siempre se contaron / encantan todavía, como hicieron conmigo / a los sensatos jóvenes de hoy / ¿qué más pedir? Pero si ya no fuera así / si tan graves jóvenes hubieran perdido / la maravilla del viejo gusto / por ir con Kingston o con el valiente Ballantyne / o con Cooper y atravesar bosques y mares / bien. ¡Así sea! Pero que yo pueda / dormir el sueño eterno con todos mis piratas / junto a la tumba donde se pudran ellos y sus sueños".
Lea También:
Discover pirate island - Google Earth: “Esta es la primera vez que una localización ficticia, inspirada en una película, se ha creado y posicionado dentro de Google Earth”.
En el blog:
Ficciones literarias sobre piratas y corsarios.
Calvin & Hobbes: Mapas de vetustas alhajas.
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