Lucha contra el lado oscuro
¿Qué tiene La guerra de las galaxias que encanta a tantas personas (me incluyo) en el mundo entero?
Comencemos porque es un clásico de la aventura que mezcla el género bélico, con el detectivesco y con el western, tres áreas que bien explotadas son infalibles.
Hay un secreto que a su vez encierra varios otros. Un secreto que solamente se puede develar en el último capítulo que en la magia del flash back en realidad es el episodio tres de una serie de seis.
Pero la película recurre a un argumento narrativo tan viejo como la humanidad: Edipo. En la lucha de Luke Skywaker está la lucha de todo hijo por matar al padre (elemental, mi querido Sigmund) desconociendo que éste es precisamente el progenitor.
Sobrevuela en la primera entrega (hoy conocida como el Episodio IV) también el incesto entre los hijos de Anakin Skywaker separados para que puedan sobrevivir a las fuerzas del mal.
La serie de George Lucas reasume la vieja lucha entre el bien y el mal, pero pagando tributo al tiempo del relativismo como es este en el que vivimos, los grises están presentes en todo momento, así que maniqueístas abstenerse.
Y cada espectador pondrá énfasis en su propia decodificación y ponderará desde los efectos especiales (que cambiaron la historia de las películas de acción para siempre, de manera que hay un antes y un después de esta obra maestra), hasta las batallas. A mí que me encanta la historia me sobrecoge la lectura de Lucas sobre el Imperio romano y su comparación con la Norteamérica de George W. Y es que la transformación de la República en Imperio fue la perdición de la democracia al interior de Roma y también el comienzo de su descenso.
"En Irak estamos haciendo lo mismo que en Vietnam", dice el director mostrando que la saga también tiene un contenido político de oposición al belicismo del junior de los Bush.
Si a esto le sumamos la extraordinaria puesta en escena, los trabajos tan meticulosos de la fotografía y la banda sonora, la entrega de los artistas a los papeles que les toca desempeñar, en fin, todo lo que tiene que ver con la forma, el éxito estaba asegurado. Tan asegurado que si la saga va a recaudar alrededor de los 3.500 millones de dólares en taquilla, va a producir más de 10.000 millones de dólares en la venta de productos relacionados. Eso sin hablar de la piratería, pues basta darse una vueltita por lo que mi abuela llamaba el "mercado negro" y ahora conocemos por el Miamicito para darnos cuenta que los bolivianos "sin derechos de autor" también están aprovechando el empuje de la historia de esos maestros de la sabiduría que son los jedis y su lucha por la equidad, la tolerancia y el respeto a la diferencia (¿le suena conocido el discurso?).
Aprovecho para recordar que el lado oscuro de la fuerza no sólo se encuentra en la pantalla ni en el corazón del emperador Bush, sino en el comportamiento dictatorial que hace que personas que como individuos se comporten con gran humildad descubran en las marchas y en los bloqueos a su Dr. Hide y apaleen y arrojen dinamita al resto de los seres humanos que no piensa como ellos. Claro, la gran diferencia con La guerra de las galaxias es que nosotros, los bolivianos, no tenemos a nadie educado por Yoda y Obi Wan Kenobi para que pueda defendernos. Eso sí, simulacros y caricaturas de Darth Vader hay varios a disposición, unos en las marchas, otros en el parlamento, de Bolivia porsupuesto.
Comencemos porque es un clásico de la aventura que mezcla el género bélico, con el detectivesco y con el western, tres áreas que bien explotadas son infalibles.
Hay un secreto que a su vez encierra varios otros. Un secreto que solamente se puede develar en el último capítulo que en la magia del flash back en realidad es el episodio tres de una serie de seis.
Pero la película recurre a un argumento narrativo tan viejo como la humanidad: Edipo. En la lucha de Luke Skywaker está la lucha de todo hijo por matar al padre (elemental, mi querido Sigmund) desconociendo que éste es precisamente el progenitor.
Sobrevuela en la primera entrega (hoy conocida como el Episodio IV) también el incesto entre los hijos de Anakin Skywaker separados para que puedan sobrevivir a las fuerzas del mal.
La serie de George Lucas reasume la vieja lucha entre el bien y el mal, pero pagando tributo al tiempo del relativismo como es este en el que vivimos, los grises están presentes en todo momento, así que maniqueístas abstenerse.
Y cada espectador pondrá énfasis en su propia decodificación y ponderará desde los efectos especiales (que cambiaron la historia de las películas de acción para siempre, de manera que hay un antes y un después de esta obra maestra), hasta las batallas. A mí que me encanta la historia me sobrecoge la lectura de Lucas sobre el Imperio romano y su comparación con la Norteamérica de George W. Y es que la transformación de la República en Imperio fue la perdición de la democracia al interior de Roma y también el comienzo de su descenso.
"En Irak estamos haciendo lo mismo que en Vietnam", dice el director mostrando que la saga también tiene un contenido político de oposición al belicismo del junior de los Bush.
Si a esto le sumamos la extraordinaria puesta en escena, los trabajos tan meticulosos de la fotografía y la banda sonora, la entrega de los artistas a los papeles que les toca desempeñar, en fin, todo lo que tiene que ver con la forma, el éxito estaba asegurado. Tan asegurado que si la saga va a recaudar alrededor de los 3.500 millones de dólares en taquilla, va a producir más de 10.000 millones de dólares en la venta de productos relacionados. Eso sin hablar de la piratería, pues basta darse una vueltita por lo que mi abuela llamaba el "mercado negro" y ahora conocemos por el Miamicito para darnos cuenta que los bolivianos "sin derechos de autor" también están aprovechando el empuje de la historia de esos maestros de la sabiduría que son los jedis y su lucha por la equidad, la tolerancia y el respeto a la diferencia (¿le suena conocido el discurso?).
Aprovecho para recordar que el lado oscuro de la fuerza no sólo se encuentra en la pantalla ni en el corazón del emperador Bush, sino en el comportamiento dictatorial que hace que personas que como individuos se comporten con gran humildad descubran en las marchas y en los bloqueos a su Dr. Hide y apaleen y arrojen dinamita al resto de los seres humanos que no piensa como ellos. Claro, la gran diferencia con La guerra de las galaxias es que nosotros, los bolivianos, no tenemos a nadie educado por Yoda y Obi Wan Kenobi para que pueda defendernos. Eso sí, simulacros y caricaturas de Darth Vader hay varios a disposición, unos en las marchas, otros en el parlamento, de Bolivia porsupuesto.
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