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Más infiernos

Más infiernos

“Mientras descendíamos el sendero encontramos al Minotauro, el legendario monstruo de Creta” (Inferno, Canto XII, 11-12)

Que Benedicto XVI haya reabierto el infierno y el purgatorio mediante decreto solo avivaron las imágenes de pesadilla con las que soñaba de niño: El fuego eterno, los demonios y sus tridentes, sus pestilentes olores, sus calderos hirvientes y el jefe oscuro. Todo ello dejo de ser metáfora como tan tontamente nos había hecho creer Juan Pablo II. Volvieron también como referencia más cercana las imágenes que Dante nos había retratado: sus círculos, su minotauro, su puerta que tan hábilmente esculpió Rodin, el purgatorio y los demás rincones por los que, de la mano Virgilio, visitaríamos.

Y en ese afán de redescubrir a Dante, sus imágenes y la aproximación que nos hace del sitio maldito, me encuentro con un interesante articulo en 30 Días titulado Dante en Estados Unidos, que nos resume el impacto del Sumo Poeta en la cultura Norte Americana desde 1867 hasta la actualidad, impacto que se transformo en diversas traducciones especiales de la divina comedia, la creación de grupos literarios como “The Dante Society of America” abocados al estudio filosófico de la obra; Dante transformado en restaurantes de comida rápida; En poemas de eximios poetas Estado Unidenses; En grupos de Rock; En películas –Clerks (1994), Seven (1995), Dante’s Peak (1997)–, o transformada en pinturas, e ilustraciones que se anexan a ciudades norteamericanas como Hollywood, San Francisco y demás lugares reales para crear una nueva representación del infierno, el purgatorio y el paraíso. Es en esta última referencia que hace el artículo se centra mi atención, esas imágenes dantescas que nos trasladan a la Norteamérica actual de la mano de Sandow Birk.

Cualquiera puede retratar sus propios infiernos. Antes de descubrir esa metamorfosis, en ilustración, entre EEUU y los cantos de Dante, muchas veces traslade las imágenes de Dante a la hoyada Paceña, que sin mas esfuerzo pueden transformarse en círculos descendentes, dándonos para beneplácito nuestro pequeño infierno, un infierno que quizás nunca dejo de serlo para Víctor Hugo Viscarra, por ejemplo, que recorrió en carne propia los horrores que guarda nuestra ciudad –como cualquiera que se merezca llamar ciudad- vista desde la puerta de servicio, andando y desandando las laderas recónditas que guardan sus propios demonios, sus minotauros, sus poetas urbanos, sus pecadores malditos que se entremezclan entre asesinos, ladrones, prostitutas, alcohólicos y otros seres que se mueven en lo que Viscarra decía: “La noche en La Paz es un laberinto que al no tener principio, tampoco tiene fin” que aunque no tenia fin, tenia un infierno transformado en un bar de mala muerte bien llamado “El Averno” (que coincidencia o no, llevaba, según relata Viscarra, imágenes Dantescas pintadas en su interior).

Viscarra y su infierno local, la espiral descenderte que demarca La Paz… habrá alguna escalera de perfección y más aun, ¿habrá algún Paraíso donde encontrar a nuestra propia Beatriz?

Gracias Benedicto XVI, por reabrir los infiernos.

Imagen: Sandow Birk - El Minotauro (Inferno, Canto XII).

Vea También:
Dante’s Divine Comedy by Sandow Birk (Catharine Clark Gallery).
The Divine Comedy: Paradiso, Dante’s Third Canticle by Sandow Birk.

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