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Los ángeles y los otros

Los ángeles y los otros ¿Es usted un demonio? Soy un hombre. Y por lo tanto tengo dentro de mí todos los demonios.
Gilbert Keith Chesterton


Dias atras los cardenales del mundo eligieron al nuevo Papa, se trata sin duda de un acontecimiento que evoca la sensibilidad de las creencias humanas de Occidente, por eso, la muerte de Juan Pablo II ha dado origen a un renacimiento de las percepciones sobre el mundo sacro. Asociado a ello se me ocurrió que sería conveniente refrescar la memoria, no en vano por varios siglos, en los misteriosos pasillos vaticanos, decenas de hombres meditaron sobre la existencia de las entidades divinas y demoniacas.

En los siglos XVII y XVIII los clérigos especialistas habían establecido que las huestes celestiales tenían 301 millones 306 mil 668 ángeles, de los cuales un tercio, es decir 133 millones, habían seguido los pasos del “Señor de las Tinieblas” cuando el Todopoderoso decidió expulsarlo del cielo. Otros sostienen que en realidad los ejércitos celestiales sólo tenían 6.666 legiones y que cada legión contaba con 6.666 ángeles, una cantidad similar se había llevado el demonio aquel fatídico día en que el Señor los arrojó al infierno. En los más antiguos estudios se establece que los ángeles sólo se aparecerán 8.000 años antes del advenimiento de Cristo, pese a ello, una subclase de ángeles auxiliares denominados los Ángeles Guardianes estarán presentes siempre en medio de nosotros. Miguel, Rafael, Gabriel, Uriel y otros estarán a cargo de las naciones y sus eventuales ocupantes, en realidad entre las huestes angelicales hay un ángel destinado casi a todo. Al leer estos tratados la primera impresión proviene del alto grado de organización que se observa en el mundo celestial y el grado avanzado de conocimiento que poseían. Se dice que Anmael enseñó los secretos de la tierra; Azazael representaba el sol del mediodía; Asael era el símbolo de la creación divina; en cambio Asbeel representaba la figura del desertor pues había dejado las huestes angelicales de forma voluntaria uniéndose a Lucifer. Azael había sucumbido a los placeres de la carne ante la hermosura de Naamah, de quien había nacido paradójicamente Lamech, el ángel de la fuerza, fue él quien más tarde revelaría a Salomón los arcanos celestiales haciéndolo el hombre más sabio de la tierra.

Entre los demonios, que como se sabe formaron parte del séquito divino en los primeros tiempos (dicen que Dios expulsó a Lucifer al mundo de las sombras porque éste se mostró soberbio), se encuentran figuras como Baraquial que habría enseñado la astrología a los hombres; Exael, especializado en la fabricación de ingenios de guerra; Ezequiel que inventó la meteorología; Kasdaye enseñó a las mujeres las técnicas del amor; Kashadejan que enseñó a los hombres los métodos de curar (sabía curar la estupidez) y muchos otros más.

Los ángeles forman un imaginario que nos recuerda que la naturaleza humana se debate entre el bien y el mal, y que por encima de nosotros habrá siempre alguna entidad que, por ilusoria o fantasiosa que parezca, nos hará reflexionar en los misteriosos devenires de la realidad.

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