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Un juicio ecuánime

Sea como fuere, el requisito indispensable para que sea un juicio que alcance la categoría de histórico es que sea justo e imparcial, dejando de lado las pasiones circunstanciales. La ecuanimidad y el respeto a las leyes es, para ello, fundamental.
Se avecina en el país un tiempo de dura confrontación política y social, con motivo del juicio de responsabilidades contra el ex presidente Gonzalo Sánchez de Lozada que, en su primera instancia, se ventilará en el Congreso Nacional. Es una verdadera lástima que se llegue a ese tipo de situaciones con tanta frecuencia en la historia nacional, pues no le hace nada bien al clima de convivencia pacífica que se requiere, especialmente en esta hora, para avanzar en el desarrollo económico y social.
En todo caso, lo peor que le puede ocurrir a Bolivia es mantener un estado de inestabilidad y disidencia, cuando lo que necesita es trabajar en armonía, libre de las tensiones y las pugnas internas. La exacerbación popular que se está provocando es muy negativa, lo que no significa que exista motivo alguno para que no se aplique la justicia que corresponda. Eso, aunque el país está demasiado atrasado para que siempre tenga que privilegiar los juicios de responsabilidades, en vez de dedicar el máximo de su dedicación y esfuerzos a salir del atraso y la pobreza en que se debate.
El juicio de responsabilidades contra Sánchez de Lozada es el decimosegundo que se instruye en la historia nacional. De esa cantidad tan significativa sólo uno llegó a su término, con la condena de reclusión por 30 años, sin lugar a indulto, al ex general Luis García Meza, (quien en estos días sigue cumpliendo su pena en la cárcel de Chonchocoro). Es de esperar que esta vez el juicio que se inicia concluya también con una sentencia esclarecedora y justa, porque sólo así se justificará plenamente su realización.
Sin embargo, el juicio en cuestión puede dispersarse y hasta diluirse, sin llegar a conclusión alguna, dependiendo del número de encausados, que aún no define a quiénes incluirá entre los personajes que conformaron el gabinete de Sánchez de Lozada. A ello se agrega la demanda del ex presidente para que se procese por igual a todos los participantes que incitaron a la revuelta en los hechos luctuosos de octubre del 2003, que arrojaron el saldo trágico de 58 muertos, según la investigación que en su oportunidad realizó el Defensor del Pueblo.
Sea como fuere, el requisito indispensable para que sea un juicio que alcance la categoría de histórico es que sea justo e imparcial, dejando de lado las pasiones circunstanciales. Para ello, los parlamentarios y, en general, todo el pueblo boliviano deberán actuar con el máximo de ecuanimidad y respeto al principio jurídico de que es inocente todo aquel al que no se le puedan probar las sindicaciones que se le hacen.
El juicio estará acompañado de la expectativa internacional, considerando que Bolivia, en los últimos tiempos, adquirió una gran notoriedad —para bien o para mal—, precisamente por los sucesos de octubre y el hecho de que en el trasfondo de ellos se encontraban posiciones encontradas sobre los destinos del gas natural.
Si la expectativa es tan grande, se deben omitir declaraciones presidenciales y en general del Poder Ejecutivo en relación al juicio. Estos y otros elementos son indispensables para que éste se conduzca, sin presiones, respondiendo únicamente a lo que mandan las leyes y logrando el resultado más próximo a la justicia y a la ecuanimidad.

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