De Bolivar, Bolivia y otros conceptos
Hasta los comienzos de la dominación quechua, alrededor del Siglo XI, el país no ha tenido un nombre propio, sino diferentes. El actual territorio boliviano, en su evolución histórica, ha sido conocido con varios nombres:
En los tiempos primitivos, con los apelativos de las naciones y pueblos antiguos, que poblaban su territorio, como ser: Parias, Sicasicas, Pacajis, Chipayas, Omasuyus, Urus, Yunkas, Laricajas y otros.
En el incario con el nombre de Kollasuyo; cuando floreció la cultura aymara se denominó Kollao o tierra de los kollas, como una de las partes integrantes del gran Imperio del Tahuantinsuyo.
En la época colonial, en las primeras décadas del dominio español, una parte, la más alta, se la conoció como el Kollao, y la zona de los valles del sur con el nombre de Charcas.
Posteriormente, durante el período de la proclamación de la Independencia, cuando se constituyó el Virreinato de Buenos Aires, se llamó Provincias Altas o Alto Perú, para diferenciarlo del Bajo Perú, formado por la actual república del Perú.
Al ser fundada la república independiente tomó el nombre de República Bolívar, como el más grande y justo homenaje al Libertador Simón Bolívar.
Y por último Bolivia, que es su nombre actual.
Para la creación de nuestra República se ha suscitado todo un proceso histórico desde el levantamiento del 25 de mayo de 1809, bajo la dirección de los doctores de Charcas, en la ciudad de Chuquisaca (hoy Sucre), y el 16 de Julio de 1809, la revolución encabezada por Pedro Domingo Murillo en La Paz, que irradió su mensaje de libertad a todo el continente.
Desde esa fecha hasta el Decreto de 9 de febrero de 1825, dictado por el Mariscal Antonio José de Sucre, en el que se dispone la reunión de la Asamblea Deliberante con participación de los representantes de las cinco provincias del Alto Perú: Charcas, La Paz, Potosí, Cochabamba y Santa Cruz.
La Asamblea Deliberante, que se reunió en la ciudad de Chuquisaca el 10 de julio de 1825, eligió como Presidente de la Asamblea al ilustre ciudadano Dr. José Mariano Serrano y procedió luego a la creación de la nueva República.
El 6 de agosto de 1825 se proclamó solemnemente la Independencia del Alto Perú y se constituyó la República Bolívar, fecha declarada por la Asamblea Nacional en honor a las batallas de Junín (6 de agosto de 1824), Ayacucho (9 de diciembre de 1824) y Tumusla (14 de enero de 1825), bajo las egregias figuras de Bolívar, Sucre y cientos de patriotas.
Posteriormente, luego de dos meses, se la denominó Bolivia, nombre propuesto por el diputado potosino Presbítero Manuel Martín Cruz, adoptando un sistema de gobierno republicano, unitario, democrático y representativo.
Nuestra Patria ha suscrito el nombre del Libertador, como el soberano blasón de su nobleza, imponiendo a su alma mater la práctica eminente de una virtud rara en los humanos, la gratitud hacia los excelsos servidores.
Por suerte Bolivia ratifica este tributo que pasa a ser patrimonio de su estirpe, cuando bautizó con el nombre de Sucre a la más austera agrupación ciudadana, a la que la Patria consulta sus más delicadas definiciones cívicas.
A ambos, Bolívar y Sucre, debemos confiar nuestras promesas y propósitos indeclinables por el afán de conquistar para Bolivia el sitial de honor que merece en la comunidad de naciones.
Ahora mismo y acaso con mayor razón que en ocasiones anteriores, nuestro país requiere un ambiente de paz y tranquilidad para poder utilizar racionalmente todos los dispositivos, múltiples, convergentes, que posibiliten al país salir realmente de la fase del desarrollo en la que nos hallamos al presente.
En los tiempos primitivos, con los apelativos de las naciones y pueblos antiguos, que poblaban su territorio, como ser: Parias, Sicasicas, Pacajis, Chipayas, Omasuyus, Urus, Yunkas, Laricajas y otros.
En el incario con el nombre de Kollasuyo; cuando floreció la cultura aymara se denominó Kollao o tierra de los kollas, como una de las partes integrantes del gran Imperio del Tahuantinsuyo.
En la época colonial, en las primeras décadas del dominio español, una parte, la más alta, se la conoció como el Kollao, y la zona de los valles del sur con el nombre de Charcas.
Posteriormente, durante el período de la proclamación de la Independencia, cuando se constituyó el Virreinato de Buenos Aires, se llamó Provincias Altas o Alto Perú, para diferenciarlo del Bajo Perú, formado por la actual república del Perú.
Al ser fundada la república independiente tomó el nombre de República Bolívar, como el más grande y justo homenaje al Libertador Simón Bolívar.
Y por último Bolivia, que es su nombre actual.
Para la creación de nuestra República se ha suscitado todo un proceso histórico desde el levantamiento del 25 de mayo de 1809, bajo la dirección de los doctores de Charcas, en la ciudad de Chuquisaca (hoy Sucre), y el 16 de Julio de 1809, la revolución encabezada por Pedro Domingo Murillo en La Paz, que irradió su mensaje de libertad a todo el continente.
Desde esa fecha hasta el Decreto de 9 de febrero de 1825, dictado por el Mariscal Antonio José de Sucre, en el que se dispone la reunión de la Asamblea Deliberante con participación de los representantes de las cinco provincias del Alto Perú: Charcas, La Paz, Potosí, Cochabamba y Santa Cruz.
La Asamblea Deliberante, que se reunió en la ciudad de Chuquisaca el 10 de julio de 1825, eligió como Presidente de la Asamblea al ilustre ciudadano Dr. José Mariano Serrano y procedió luego a la creación de la nueva República.
El 6 de agosto de 1825 se proclamó solemnemente la Independencia del Alto Perú y se constituyó la República Bolívar, fecha declarada por la Asamblea Nacional en honor a las batallas de Junín (6 de agosto de 1824), Ayacucho (9 de diciembre de 1824) y Tumusla (14 de enero de 1825), bajo las egregias figuras de Bolívar, Sucre y cientos de patriotas.
Posteriormente, luego de dos meses, se la denominó Bolivia, nombre propuesto por el diputado potosino Presbítero Manuel Martín Cruz, adoptando un sistema de gobierno republicano, unitario, democrático y representativo.
Nuestra Patria ha suscrito el nombre del Libertador, como el soberano blasón de su nobleza, imponiendo a su alma mater la práctica eminente de una virtud rara en los humanos, la gratitud hacia los excelsos servidores.
Por suerte Bolivia ratifica este tributo que pasa a ser patrimonio de su estirpe, cuando bautizó con el nombre de Sucre a la más austera agrupación ciudadana, a la que la Patria consulta sus más delicadas definiciones cívicas.
A ambos, Bolívar y Sucre, debemos confiar nuestras promesas y propósitos indeclinables por el afán de conquistar para Bolivia el sitial de honor que merece en la comunidad de naciones.
Ahora mismo y acaso con mayor razón que en ocasiones anteriores, nuestro país requiere un ambiente de paz y tranquilidad para poder utilizar racionalmente todos los dispositivos, múltiples, convergentes, que posibiliten al país salir realmente de la fase del desarrollo en la que nos hallamos al presente.
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ninoska garamendi -
NINOSKA -