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Un inédito Viscarra

Por las calles olvidadas de La Paz caminaba el ser que los que no debían no quererlo no lo querían y los que no tenían porque quererlo, lo aceptaban. Con la nariz y la espalda quebrada por la vida, caminaba con el dolor en el alma, muchas veces sin centavos en los bolsillos pero si con hojas en blanco maltrechas, un lápiz al que debería darle vergüenza llamarse lápiz y una botellita de alcohol. Ese ser era en vida, para muchos, un personaje. Hace pocos meses fallecido, antes de cumplir los 50 años como él mismo profetizó en su libro “Borracho estaba pero me acuerdo”, Víctor Hugo Viscarra esta a punto de convertirse en una leyenda.

Entre revistas literarias y otros papeles acumulados me encuentro con un par de cuentos inéditos de Viscarra proporcionados por su editor Manuel Vargas, no puedo evitar escribir un par de líneas sobre Víctor Hugo, para traerlo a la memoria. Par de líneas decepcionantes y mínimas para resumir su vida o su “no vida”. Tendré mas tiempo en otra oportunidad para hacerte mayor justicia. Pero ahora, los inéditos encontrados.

Si estás cansado, descansá un poco

Sí, ya sé, estás cansado que hasta te da flojera abrir los ojos para saber si aún el sol ilumina tus días. Pero, no te preocupes, porque como tu cansancio es tan fuerte, te recomiendo que te pongas a descansar lo más que puedas, porque talvez sea el último descanso que te tomes en mucho tiempo.

No, no son gotas de lluvia las que caen sobre tu rostro y te ponen tan intranquilo. Son… ¿Cómo podría decirte? Algo tan importante que hasta palabras me faltan para describirte su real significado. Pero, como estás cansado no me vas a poner entender. Aun así, seguí descansando porque es tal la magnitud de tu cansancio que no te puedes dar cuenta que estás muerto, y una cosa tan simple como esa va a ser difícil que en estas circunstancias puedas comprenderlo.

Escribiendo en paredes inexistentes

La noche se ha posado sobre la ciudad y nadie se ha dado cuenta. Los parroquianos están como embrujados ante las copas que aferran sus manos, y no parecen sentir cómo el tiempo transcurre lentamente al lado de ellos, porque la única preocupación que tienen es que el contenido de dichos vasos no se acabe, mientras se espera pacientemente que algún “amigo” haga su aparición en el portal del local, y que tras reconocerlos, les invite unas cuantas botellas de trago, a manera de matar el tiempo y sus existencias.

Un ajetreo alocado invade las calles aledañas apresurando a que los vendedores guarden sus cosas, porque en el horizonte gruesas nubes anuncian que una lluvia febril caerá en cualquier momento, y mojara todo cuento encuentre a su paso, y acaso tenga la amabilidad de visitar el interior de sus puestos de ventas, porque como la calle que viene de arriba tiene una pendiente nada agradable, siempre que llueve anega las habitaciones donde no han tomado sus correspondientes recaudos.

Aunque muchas personas han encendido las luces de sus casas, no es suficiente para detener el avance de las sombras. La bulla reinante dentro del local aturde a los clientes que siguen bebiendo como si afuera no pasara nada, y mientras los brindis vienen y van, algunos allí presentes se anima a salir en dirección al baño, y más de uno puede oír que ya ha llegado la noche, y que hay que seguir consumiendo bebidas y alcoholes, porque el cielo presagia un frió de aquellos que va a hacer temblar a más de uno.

Nadie se puede dar cuenta que las estrellas no saldrán a iluminar sus espíritus tambaleantes, ni musas celestiales oirán sus lamentos y canciones alcoholizadas con las que al momento de marcharse querrán dejar un simple recuerdo a las paredes circundantes. No, esta noche no está como para hacerse el bohemio o el poeta, o el cantor, puesto que la naturaleza hará escuchar a herejes y profanos las notas discordantes de sus chaparrones estrellándose contra pisos y tejados.

El bullicio aumenta que llega de afuera a momentos aumenta, y ni aun así puede atenuar la bulla que se ha enseñoreado del local. En la única pieza que sirve para la atención de los bebedores, todo parece ser alegría y desparpajo. Es tanta la amenidad que reina en el ambiente, que uno puede pensar (ayudado por el alcohol que ha consumido) que hasta las muchachas que engalanan las paredes con sus cuerpos semi vestidos están felices porque se les ha permitido compartir la algaraza que reina en dicha pieza.

Lea también (enlaces externos):

Testamento – Víctor Hugo Viscarra: Extraído de "Alcoholatum y otros drinks".

Flores en la basura (Fondo Negro - La Prensa): Noche paceña, no te quiero volver a ver Víctor Hugo vagabundea por las calles paceñas de noche. Ha vuelto al trago, pero su nuevo libro supone un avance en su literatura, más prolija, más tierna.

El infierno es un buen lugar (LaNacion.cl): Los “Bukowskis” altiplánicos cuentan las cosas sin adornos. El peruano Sergio Galarza no defiende a un país que le ha negado un pedazo de tierra al hablar de conflictos limítrofes y el boliviano Víctor Hugo Viscarra, con más de 33 años viviendo en la calle, elige la calefacción del averno porque el cielo es muy frío. Sabe que morirá en la calle. Solo como un perro, alcoholizado. Estas son sus historias.

1 comentario

Andrés -

Increíble este Víctor Hugo, lo conocí en: Borracho estaba, pero me acuerdo.