Como Bush... ahora Putin: "Los debiles pierden"
Una frase dicha por el presidente de Rusia, Vladimir Putin, resume la mentalidad que prima en muchos gobernantes en el mundo al momento de definir estrategias de lucha contra el terrorismo. Según Putin, no hay que ceder ni mostrarse débiles frente a los terroristas, porque los débiles pierden.
Y es cierto: los únicos que están perdiendo en esta batalla son los más débiles, los millones de víctimas que el terrorismo de ambos bandos cobra a diario en la población civil.
Son débiles porque no tienen armas para defenderse, pero, además, porque su voz tampoco es oída en los niveles de poder donde se manejan los intereses del mundo entero. Son débiles porque no tienen ni voz ni voto (aunque muchos de ellos hasta voten en los comicios convocados para elegir autoridades) en la resolución de los conflictos. Si acaso pudieran hacerlo, hace mucho que se hubieran acabado las guerras y las ocupaciones de unas naciones a otras (en estas historias también pierden siempre los débiles), una de las causas centrales para que haya tanto odio y tanta sed de venganza en el mundo entero.
No son los débiles los que gobiernan, es cierto. Son los más fuertes los que lo hacen y éstos utilizan la fuerza para perpetuarse en el poder. En ese juego de poder nada importa más que el no ceder ni un milímetro frente al que consideran "enemigo", así sea a costa de cientos de miles de vidas inocentes que se va cobrando sin distinción ni remordimiento la maquinaria del poder, que nunca cede.
El resultado de esta mentalidad ganadora de los más fuertes sobre los más débiles se traduce inevitablemente en más muertes, más confrontación, más odio, más violencia y más crueldad. Porque ya no es sólo una cuestión de no ser débil, sino de olvidar el ser humano.
Y es cierto: los únicos que están perdiendo en esta batalla son los más débiles, los millones de víctimas que el terrorismo de ambos bandos cobra a diario en la población civil.
Son débiles porque no tienen armas para defenderse, pero, además, porque su voz tampoco es oída en los niveles de poder donde se manejan los intereses del mundo entero. Son débiles porque no tienen ni voz ni voto (aunque muchos de ellos hasta voten en los comicios convocados para elegir autoridades) en la resolución de los conflictos. Si acaso pudieran hacerlo, hace mucho que se hubieran acabado las guerras y las ocupaciones de unas naciones a otras (en estas historias también pierden siempre los débiles), una de las causas centrales para que haya tanto odio y tanta sed de venganza en el mundo entero.
No son los débiles los que gobiernan, es cierto. Son los más fuertes los que lo hacen y éstos utilizan la fuerza para perpetuarse en el poder. En ese juego de poder nada importa más que el no ceder ni un milímetro frente al que consideran "enemigo", así sea a costa de cientos de miles de vidas inocentes que se va cobrando sin distinción ni remordimiento la maquinaria del poder, que nunca cede.
El resultado de esta mentalidad ganadora de los más fuertes sobre los más débiles se traduce inevitablemente en más muertes, más confrontación, más odio, más violencia y más crueldad. Porque ya no es sólo una cuestión de no ser débil, sino de olvidar el ser humano.
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