Que tan pobre es Bolivia?
Bolivia no es pobre. Tiene recursos que ya lo desearían países vecinos para resolver sus propias carencias. El problema en Bolivia es la falta de sentido de patria que se percibe en la mayoría de los bolivianos, sobre todo de la élite que se apropia del poder...
Si hay algo que no se puede negar, menos ocultar, es la pobreza en la que viven muchos bolivianos. Se la puede percibir en las calles, en los hospitales públicos, en los mercados, en el campo, por donde quiera que uno vaya. Hay carencias de todo tipo y a todo nivel. Faltan escuelas, viviendas, servicios, además de trabajo seguro y digno. Pero toda esa pobreza no equivale necesariamente a decir que Bolivia, el país, el Estado, es tan pobre como mucha de su gente.
En realidad, Bolivia no es la nación pobre que muchos describen dentro y fuera del país. Tiene más recursos de los que poseen otras naciones vecinas y de otros continentes. Y no se trata sólo de los hidrocarburos o del gas. También están los recursos minerales, los hídricos, los naturales; está la potencialidad productiva de sus tierras, su estratégica ubicación geográfica, en pleno corazón de América del Sur; están sus encantos naturales y patrimonios históricos, imán para el turismo.
Bolivia, en realidad, tiene muchas riquezas. Tantas, que en más de una oportunidad ha despertado la codicia de sus vecinos y el interés de transnacionales que han hecho de todo para apropiarse de ellas. La historia de nuestras pérdidas territoriales puede dar prueba de ello. Y esa codicia y ese interés persisten aún hoy. Por eso el país todavía recibe ayuda externa; tal vez demasiada, lo que aumenta su compromiso y dependencia con fuerzas avasalladoras.
Por eso molesta conocer algunas cifras que la siguen pintando de pobre y, encima, desaniman la pelea por combatir el mal que afecta a millones de bolivianos. ¿Cómo no indignarse al saber que al menos 37,3 por ciento de su población vive en la pobreza extrema, pese a tener la opción real de salir de ese margen? Y lo peor: no hay miras de revertir la realidad. En diez años, la pobreza seguirá afectando casi a un tercio de la población, según lo prevé el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo.
Una explicación tiene que haber para este panorama tan desolador, y no está precisamente en la reiterada excusa oficial de que Bolivia es pobre. Ya lo dijimos, Bolivia no es pobre. Tiene recursos que ya lo desearían países vecinos para resolver sus propias carencias y niveles de pobreza. El problema central en nuestro país sigue estando en la calidad de sus recursos humanos, en la falta de sentido de patria que se percibe en la mayoría de los bolivianos, sobre todo de esa élite que se apropia del poder y del manejo de sus recursos públicos.
Un recuento de los casos denunciados de corrupción, incluida la sumatoria de los recursos que se han estafado y se siguen estafando al Estado, ayudaría a poner en claro que Bolivia no es pobre, sino apenas un Estado débil en manos de voraces de toda laya que se apropian de sus riquezas y no le dejan ni las sobras. El caso de los gastos reservados protagonizado por el ex ministro de Gobierno, Yerko Kukoc, es apenas un ejemplo menor. Hay cientos de casos más graves que son los que al final explican por qué Bolivia sigue pintándose de pobre.
¿El 2015 nos encontrará lamentándonos por lo mismo?
Si hay algo que no se puede negar, menos ocultar, es la pobreza en la que viven muchos bolivianos. Se la puede percibir en las calles, en los hospitales públicos, en los mercados, en el campo, por donde quiera que uno vaya. Hay carencias de todo tipo y a todo nivel. Faltan escuelas, viviendas, servicios, además de trabajo seguro y digno. Pero toda esa pobreza no equivale necesariamente a decir que Bolivia, el país, el Estado, es tan pobre como mucha de su gente.
En realidad, Bolivia no es la nación pobre que muchos describen dentro y fuera del país. Tiene más recursos de los que poseen otras naciones vecinas y de otros continentes. Y no se trata sólo de los hidrocarburos o del gas. También están los recursos minerales, los hídricos, los naturales; está la potencialidad productiva de sus tierras, su estratégica ubicación geográfica, en pleno corazón de América del Sur; están sus encantos naturales y patrimonios históricos, imán para el turismo.
Bolivia, en realidad, tiene muchas riquezas. Tantas, que en más de una oportunidad ha despertado la codicia de sus vecinos y el interés de transnacionales que han hecho de todo para apropiarse de ellas. La historia de nuestras pérdidas territoriales puede dar prueba de ello. Y esa codicia y ese interés persisten aún hoy. Por eso el país todavía recibe ayuda externa; tal vez demasiada, lo que aumenta su compromiso y dependencia con fuerzas avasalladoras.
Por eso molesta conocer algunas cifras que la siguen pintando de pobre y, encima, desaniman la pelea por combatir el mal que afecta a millones de bolivianos. ¿Cómo no indignarse al saber que al menos 37,3 por ciento de su población vive en la pobreza extrema, pese a tener la opción real de salir de ese margen? Y lo peor: no hay miras de revertir la realidad. En diez años, la pobreza seguirá afectando casi a un tercio de la población, según lo prevé el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo.
Una explicación tiene que haber para este panorama tan desolador, y no está precisamente en la reiterada excusa oficial de que Bolivia es pobre. Ya lo dijimos, Bolivia no es pobre. Tiene recursos que ya lo desearían países vecinos para resolver sus propias carencias y niveles de pobreza. El problema central en nuestro país sigue estando en la calidad de sus recursos humanos, en la falta de sentido de patria que se percibe en la mayoría de los bolivianos, sobre todo de esa élite que se apropia del poder y del manejo de sus recursos públicos.
Un recuento de los casos denunciados de corrupción, incluida la sumatoria de los recursos que se han estafado y se siguen estafando al Estado, ayudaría a poner en claro que Bolivia no es pobre, sino apenas un Estado débil en manos de voraces de toda laya que se apropian de sus riquezas y no le dejan ni las sobras. El caso de los gastos reservados protagonizado por el ex ministro de Gobierno, Yerko Kukoc, es apenas un ejemplo menor. Hay cientos de casos más graves que son los que al final explican por qué Bolivia sigue pintándose de pobre.
¿El 2015 nos encontrará lamentándonos por lo mismo?
8 comentarios
carlos -
Juan Luis -
Genius -
http://www.youtube.com/watch?v=EonvfWNmDgw&feature=player_embedded
Andres -
Roque Iacovino -
Lo mismo va para todo el resto de los paises de latinoamerica.
Un fraternal abrazo
Roque
Ivan -
Pues si bien Bolivia tendrá todos los recursos naturales, envidiados por otros, los siempre culpables son los gobernadores, toda esta tragedia viene desde los mas clásicos corruptos hasta el gobierno actual con su mas sonado caso "Santos Ramirez". Lamentablemente no hay un gobierno que represente a todos los casi 10 millones de bolivianos, necesitamos identificarnos con una sola autoridad y así buscar el equilibrio común, ya vimos que Evo no es la solución a todos! Bolivia no es solo de indígenas!. Amigos cuanto mas hay que esperar? podemos seguir durmiendo? si ellos "los elegidos" no pueden con Bolivia, pues nos toca a los ciudadanos de a pie, que amamos nuestro país, buscar una salida a este letargo vergonzoso. Yo quiero pertenecer a una Bolivia prospera y unida, será imposible concebirla?
Ruben Hilari Quispe -
Bolivia con plena libertad, viva mi pais y su gente!!!
LUCIO -