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Levantamientos, dinamita, piedras, balas y la caída de un presidente

Levantamientos, dinamita, piedras, balas y la caída de un presidente Una mano campesina, empuña la dinamita con rabia e ira contenida... atrás aparecen mas hombres, mujeres y niños con lagrimas en los ojos por la sangre derramada... pero esto se acaba ahora parece decir el ajayu de un pueblo... que inicia una nueva historia.
Vecinos de La Paz y El Alto combaten a piedra y palo en varias zonas de la ciudad sede de gobierno. La bala y la metralla no pueden con la marea humana que pide la cabeza del millonario presidente de Bolivia, Gonzalo Sánchez de Lozada, que se resiste a renunciar.
En la zona norte hay reportes de saqueos de las sedes de los partidos neoliberales que están en la coalición de gobierno, que aún calculan quién vencerá en la batalla del Altiplano, en la batalla entre los pobres y el gobierno neoliberal que solo cuenta con el respaldo de la cúpula militar y policial y de la Embajada de Estados Unidos.
El vicepresidente de la República, Carlos Mesa, ya hizo el cálculo al mediodía y decidió abandonar al Presidente. Lo mismo que el ex ministro de Desarrollo Económico, Jorge Torres. Otros, como el ex presidente Jaime Paz del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y el ex capitán Manfred Reyes Villa de la Nueva Fuerza Republicana (NFR), aún dudan, aunque sienten la presión cada vez más fuerte de sus militantes y parlamentarios, apabullados por la indignación popular. Estos líderes políticos temen, por una parte, perder la bolsa y los negocios millonarios que han convertido a Bolivia en uno de los países más corruptos del Sur de América. Aunque también temen ser devorados por la multitud sedienta de justicia, hambrienta de pan y dignidad.
Mientras tanto, en la calle se suceden fuertes enfrentamientos en la zona central, en las tradicionales plazas de San Francisco, en la Pérez Velasco y la Garita de Lima, donde se respira la rebeldía de los hombres y mujeres acostumbrados al sufrimiento y el dolor. No en vano, en Bolivia, un tercio de la población pasa hambre y otro tercio tiene apenas lo suficiente para malcomer.
A pocas cuadras de la Plaza Murillo, una ululante multitud choca de a poco con los militares que custodian Palacio de Gobierno. Hay intercambio de piedras y gases. La tensión es total en la zona. Unos quieren lanzarse de inmediato hacia delante, otros llaman a esperar a los miles y miles que siguen bajando a La Paz, porque ha cambiado radicalmente la correlación de fuerzas desde la víspera.

De la resistencia a la ofensiva
"...Que Diosito nos ayude, hay que resistir, hermanos y hermanas..."', había dicho Roberto de La Cruz, dirigente de la Central Obrera Regional de El Alto, cuando eran masacrados en El Alto, durante 48 horas continuas, en las que tanquetas de guerra, helicópteros artillados y militares carapintadas intentaban doblegar a sangre y metralla al pueblo rebelde de las alturas. Y el pueblo resistió, sábado y domingo.
Ahora, a las cuatro de la tarde del lunes, ese pueblo está a la ofensiva. La multitud avanza, pelea, sufre y sangra. Sabe que su enemigo, Sánchez de Lozada, está acorralado, pero que aún puede causar mucha muerte y mucha tragedia.
En el Hospital general de La Paz, en la zona de Miraflores, ya llegan los primeros heridos y muertos. 'Son tres muertos y un número indeterminados de heridos', anuncia una cadena de Televisión.
En el sur, en la frontera urbano rural de la ciudad, comunidades campesinas se enfrentaban con piedra y honda, tratan de avanzar, cuadra a cuadra, aunque cuesta mucho por la resistencia de militares que han sido transportados en dos caimanes hasta la calle 50 en Chasquipampa.
Quieren ir al centro de la ciudad, lo mismo que los vecinos de El Alto, donde una multitud camina hacia La Paz, siguiendo a varios contingentes que partieron muchas horas antes. Esta multitud, sin embargo, marcha muy lento porque golpean cada puerta que encuentran a su paso. "...Todos tienen que ir a La Paz, todos o nadie...", dicen los vecinos, analfabetos muchos de ellos pero que ahora están escribiendo la nueva historia de Bolivia.

"...Vamos a vencer..."
Una historia escrita por el pueblo rebelde, que intentó ser ahogado en sangre y metralla y que ahora busca aplanar, con el peso de la multitud, la represión ordenada por Sánchez de Lozada. "...Ya han matado a 100, pueden matar a mil, pero no podrán matar a los 8 millones de bolivianos. Vamos a vencer..", dice Jaime Solares, el minero de la Central Obrera Boliviana (COB), que recibe más y más respaldo desde el interior de la República.
La COB ha instruido bloquear todos los caminos del país y todas las calles de las ciudades. Es el bloqueo de las mil esquinas. En Cochabamba, los vecinos y cocaleros hacen su parte. En Oruro marchan y explotan los cachorros de dinamita. En Sucre avanzan los campesinos. Llueven los comunicados de organizaciones sociales y populares, todos hablan el mismo lenguaje: bloqueo total, huelga general, movilización y la renuncia de Goni.
La lucha, dice Solares, es de largo aliento.
"...Hay que movilizar a todos, hay que organizar a todos. Ya no nos pueden parar...", asegura. Afuera, en la calle, siguen las consignas: "...Fuerza, fuerza, fuerza compañeros, que la lucha es dura, pero venceremos...".

Goni mete bala, el alzamiento popular avanza

Acorralado por la furia popular, el presidente Gonzalo Sánchez de Lozada se juega su última carta para mantenerse en el poder. Ha decidido que las tropas del Ejército y la Policía controlen a bala la insurrección popular. Su esperanza es que la multitud que lo acosa retroceda y que las tropas que los acompañan no sean fracturadas desde la base por la presión popular.
En varias zonas de la ciudad de La Paz, especialmente en las zonas altas, las tropas policiales ya no disparan, dejan pasar a los manifestantes. La única diferencia entre ellos es el uniforme y las armas que manejan. Lo mismo ocurre en el céntrico paseo del Prado.
La tropa más humilde duda. En la cabeza de muchos está la historia del 12 y 13 de febrero, cuando policías y población civil combatieron, codo a codo, contra los militares de Sánchez de Lozada y su decreto que recortaba los salarios de trabajadores y empleados del sector público y privado.
"...Hermano policía, únete a la lucha...", gritan los manifestantes en el Prado, una de las calles del centro de La Paz. Hay amagos de entendimiento.
Más arriba, la situación es diferente... Un joven cae atravesado por la bala disparada por un francotirador y los policías disparan gases lacrimógenos. Hay una nube gigantesca de humo. No se puede respirar. La orden presidencial para reponer el orden, emitida poco antes, ha comenzado a ejecutarse con todo rigor. La gente se agarra del himno y grita a voz en cuello: "...morir antes que esclavos vivir...".
Un policía llora. En el Batallón de tránsito, que dos horas antes reprimían a los manifestantes, ahora prestan ayuda a los heridos. La situación del Ejército es menos clara. El Presidente asegura que lo respaldan totalmente. La masacre de El Alto, la metralla y bala contra la gente disparada el sábado y domingo, lo confirman. Aunque hay otros indicios que dicen lo contrario. "...Hay regimientos y jefes militares que ya no quieren disparar, que ya no quieren matar en nombre de Sánchez de Lozada...", dice el cocalero Evo Morales.
Otros reportes difundidos por varias radios populares hablan de que "....hay un soldadito que se negó a disparar contra el pueblo y el oficial al mando lo mato...". Otros informan sobre uniformados que disparan metralla sin asco.
"...Nos va a costar sangre, pero el gringo asesino va a caer...", dice el "Mallku" Felipe Quispe desde la ciudad de El Alto, convertida en un infierno el fin de semana por una cruel masacre y hoy transformada en una gigantesca fábrica de rebeldes que siguen marchando hacia La paz, a la hoyada situada a 3.600 metros de altura.
Los paceños, hombres y mujeres humildes y pobres, como los alteños, también se están levantando, desempolvando la vieja y orgullosa tradición de sus mayores: La Paz, cuna de libertad, tumba de tiranos.
El vicepresidente de la República, Carlos Mesa, rompió esta mañana con el presidente Gonzalo Sánchez de Lozada, en protesta por la feroz masacre inferida al pueblo de El Alto.
Una marea humana, descolgada desde El Alto, ya está en el centro de la ciudad de La Paz. Bajan presurosos, van a Palacio. A su paso por las calles empinadas de la sede de gobierno, emergen nuevos rebeldes, vecinos que se pliegan a la marcha, con palos y piedras. Es el pueblo, humillado y masacrado a metralla y bala por más de 48 horas. Es el pueblo que ha decidido tirar abajo al gobierno del millonario Gonzalo Sánchez de Lozada.
Los barrios del norte, del este y del oeste ya están en manos de la población sublevada. En el centro de la ciudad, sede de gobierno, trabajadores, desocupados y estudiantes universitarios controlan las arterias más céntricas, y aguardan la llegada de los alteños para ocupar la Plaza Murillo, donde está el vacío Palacio de Gobierno, resguardado sin embargo por un anillo de fuego y metralla. Militares carapintadas, fuertemente armados, cuidan el símbolo del poder.
El Presidente, recluido en la casa residencial, en la zona sur de la ciudad, está solo y desesperado. Se reúne con los ministros que aún lo respaldan. Los periodistas, que cubren el área, ya especulan sobre su renuncia, que parece inminente.
La cabeza de la marea humana sigue avanzando. Todos gritan, todos sienten ira. Unos dicen que son 20 mil, otros calculan que son más de 30 mil. Lo cierto es que son más y más los que quieren vengar la masacre, los que no olvidan a los más de 30 muertos y el centenar y medio de heridos de las últimas 48 horas.
Desde la ciudad de Oruro, la más cercana a El Alto, los padrecitos de la Iglesia bendicen a una multitud incontable de comerciantes, trabajadores, mineros y estudiantes que han decidido marchar hacia La Paz, a respaldar a sus hijos y hermanos para colgar a Sánchez de Lozada.
El sur de La Paz, los millonarios ,también se sublevan por la sangre derramada, piden paz esa palabra tan desconocida para la gente humilde que pelea días frente a las balas del gobierno de Sánchez de Lozada, ya no son solo los humildes que piden la renuncia de Sánchez ahora es toda La Paz, el conglomerado humano de toda raza, religión, educación, posición económica... ya no es solo el pueblo desprotegido de el alto y los pobres de la hoyada... Es toda la ciudad La Paz que se ha levantado... "...El león dormido estaba despierto..."
"...Goni, asesino, queremos tu cabeza...", grita la multitud que baja de El Alto. Son hombres, son mujeres, son niños, son el pueblo que está tirando abajo la democracia de los ricos. Son hombres, son mujeres, son niños que ya están a dos kilómetros de Palacio. El millonario, en el sur de la ciudad, sigue en silencio. Un vehículo con placa diplomática aguarda en la puerta... mientras que los motores del helicóptero "mensajero de la muerte" va calentando sus hélices.
Días después ojos ajenos miran desde el norte... USA condena a Bolivia a días de luto y tragedia sin fin porque no conoce al pueblo de Bolivia. La Paz, que es desde siempre "la cuna de la libertad y la tumba de los tiranos" volverá a ser La Paz si es necesario. Y los Marines tendrán otro lío entre manos... si es necesario.
El mundo todo haría bien en apelar a su propia decencia para decir al Imperio en voz clara y fuerte que Bolivia no está sola, que el mundo ya conoce bien la "democracia" de que Bolivia sufre. El mundo debe decir que ya es hora de que las tradicionales matanzas de un pueblo cuyo crimen es ser bravo cuando defiende su futuro sean imposibles al comenzar este tercer milenio cristiano. Porque ese pueblo, siempre tan solo en su agonía, es más decente que las legiones de delincuentes llegados de lejanos países para continuar el saqueo de que sufre Bolivia desde hace dos siglos y el continente todo desde hace 500 años.
Sin decencia no habrá paz nunca. Y ello vale tanto para Bolivia como para el mundo todo.

No soy de las personas que se quiebra fácilmente, no suelo derramar lagrimas con facilidad y puedo asegurar que tengo una moral fuerte y decidida. Pero cada vez que releo esta historia mi fe sale quebrada, mi corazón sale herido, mi filosofía cae humillada, mi ser se destroza, mis lagrimas caen...
Quizá porque sea una historia verdadera, quizá porque La Paz sangro por donde mas le duele, quizá cuando vez la muerte a pocos pasos sientas miedo, quizá...
EN HOMENAJE AL CENTENAR DE PATRIOTAS MUERTOS EN LA JORNADA DE OCTUBRE DEL 2003 EN EL ALTO Y LA PAZ BOLIVIA.
Porque fueron campesinos, analfabetos, indios, pobres, humildes, los que iniciaron la lucha y le dieron esperanza a toda Bolivia.

1 comentario

Patri -

Nunca la gente GRANDE ha estado entre la gente económicamente rica.