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De la muerte, el tiempo

De la muerte, el tiempo Dicen los filósofos que todo en nuestro ser es reciclable después de morir, excepto el individuo que somos. Más que la muerte, nos angustia el acto de morir. Tenemos una especie de pánico escénico en espera de que llegue nuestra hora. Pero quizá es como zambullirse y comprobar que el agua no duele. Sin embargo nos angustia también lo que habrá después de la muerte. El finadito Gordo Ja Ja tenía una frase típica. Cuando le daban la noticia de que alguien había muerto preguntaba: ¿Así, definitivamente? Siempre nos sonó a broma, pero luego me encontré con que tenía la misma inquietud nada menos que Jorge Luis Borges, pues aspiraba, como le había dicho su padre, a morir definitivamente, es decir, a apagar cualquier forma de conciencia más allá de la muerte.
Shakespeare le hizo decir a Hamlet: "Morir, dormir. Dormir, tal vez soñar. Eso nos inquieta: que más allá de la muerte sigamos soñando esas pesadillas de persecución en las cuales no podemos escapar porque nuestros cuerpos yacen inmóviles. La muerte, el reposo, el sueño, ¿no serán manifestaciones de una sola cosa? Góngora escribió un hermoso verso que cito de memoria: "El sueño, autor de representaciones / en su teatro sobre el viento armado / sombras suele vestir de bulto bello". ¿Y si eso nos pasa después de morir? Entonces podríamos tener un epitafio que dijera: "Aquí yace alguien que sombras suele vestir de bulto bello".
Ataquemos por otro frente. El tiempo y la respiración tienen en común que fluyen sin que nos demos cuenta. De pronto tomamos conciencia de que respiramos, y ello coincide con esos lapsos en que el tiempo parece detenerse. Tanto nos angustia que se detenga, que cobramos conciencia de que respiramos, y quizá sentimos la misma angustia de que nuestra respiración, como el tiempo, se detenga. ¿Y entonces qué resolvemos? Olvidarnos del tiempo que transcurre y de la respiración que no cesa… para no angustiarnos hasta la locura. ¿Se imaginan algún obseso a tal grado que lleve contabilidad de su respiración y de todos los instantes de su vida?
Cobramos conciencia del tiempo y de la respiración en los momentos críticos, cuando nos acomete la ira o el pánico, cuando estamos enfermos, cuando amamos o sentimos "la pequeña muerte" en el sexo. ¿Cuándo comienza el conteo del tiempo? Cuando recibimos una nalgada del médico y estrenamos el llanto al nacer. ¿Y cuándo concluye? Cuando exhalamos el último suspiro. ¿Qué importancia tendrían más allá de la muerte el tiempo y la respiración? Ninguna. Pero quizá los muertos sueñan ya sin prisa y sin ahogarse de angustia.

Quizás. No sé, che.

1 comentario

Mirada Inocente -

Nadie sabe q nos depara después d la muerte... así q lo mejor es disfrutar del camino pq lo más probable es q esa parada q tanto nos angustia sea el final d trayecto. Carpe diem!