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Bolivia: La miseria y la crisis...

Bolivia: La miseria y la crisis... Desde el año 2000 hemos tenido la oportunidad de observar las facetas del accionar político, desde el realismo cínico hasta la ingenuidad de los bien intencionados. En apenas cuatro años han transitado cuatro presidentes por el poder (Banzer, Tuto Quiroga, Sánchez de Lozada y Carlos Mesa). El tiempo político se ha acelerado y la crisis desnuda las miserias y señala algunas posibilidades.
Entre las miserias están las formas de pensar y hacer política enmarcadas en una tradición que lleva dos décadas: pactos de gobernabilidad, monopolio de la representación, descalificación y estigmatización de enemigos, mediocridad administrativa, cálculo y manipulación y, separación tajante entre Estado y sociedad civil. El esquema mental de sustento son concepciones genéricas de la política, desde la creencia en supuestos fines: la postulación de un orden político preestablecido, en el mejor de los casos; o de un hiperrealismo donde todo se reduce a relaciones de poder, en el peor.
La política o es la búsqueda de un mundo establecido como 'bueno' a partir del autocontrol de los miembros de la sociedad; o es acción estratégica para el mantenimiento e incremento del poder de unos sobre otros. La primera nos lleva al extremo de la creencia platónica de pensar la política como técnica: la acción de poner las cosas en su lugar, de gobernar y administrar de acuerdo a lo establecido por un modelo ideal de sociedad. La segunda nos lleva a la concepción de la política como lucha o juegos de poder e intereses donde, asimismo, es técnica de manipulación y control: la victoria de una voluntad.
En la primera la política se reduce a discurso y verborrea para transformar las formas de ser, sentir y apetecer de la sociedad, en 'bien común'. De seres mezquinos y egoístas a seres buenos y virtuosos. La política es la buena intención y el sacrificio por los demás, es pensar más allá de uno mismo. Por ello, se la considera una virtud de personas ilustradas, civilizadas y correctamente formadas.
En la segunda, la política se reduce a práctica y combate en función a un fin individual o grupal, es ganar sin importar el medio ni la forma, son luchas de bandas de ladrones para afirmar poder mediante cualquier recurso: desde la manipulación discursiva vía medios de comunicación, o vía las armas y el dinero.
Ambas definen formas de hacer política, la primera se limita a inmovilismo de la indecisión, administrar lo establecido tanto desde la fe ciega de actuar en función al 'bien común', como en la posición de circunscribirse a un marco de certidumbre para no cambiar nada: el legalismo. Aquí el político, es un intelectual que se piensa imparcial, limpio y correcto. En la segunda, la política es acción discrecional, es técnica del disfraz y manipulación de los que sienten que tener poder es no respetar nada y parecer como que sí, es ser profundamente mezquino pero aparecer como correcto y bueno. Sin embargo, entre las posibilidades de la crisis, la política aparece como evento y experiencia de la sociedad, práctica de disrupción del orden sin concepción preestablecida.
La política se configura como una concepción y una práctica que pretende estabilizar expectativas egoístas en un marco de equidad y justicia, es abrir una brecha para luchar por fines particulares, marcando un rumbo colectivo y posible.

1 comentario

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